He pasado tardes en silencio, mirando mi
fraudulenta resuracción
J.C. Becerra
fraudulenta resuracción
J.C. Becerra
El presente y aquello que fuiste se sientan a mi mesa
el día es barbado pero el sol resplandece como lo harías tú misma
Estoy en el otro extremo no es vanagloria
dialogan y su risa entra destruyendo mis tímpanos
tomo una copa de coñac y el aroma del café me embriaga
Hoy quisiera escribir trazando la silueta de tu rostro
y no sabes cuánto se me niega tu labio efímero como un deslimbramiento
y me detengo sobre mi pasado como quien encuentra ocupada su sombra
Bajo el herbazal antiguo alguien respira
alguien que se ha ocupado de vivirme
Competencia desleal
aquella que en el pie entablan el talón y las uñas
y descubro en el temblor de la mano el miedo de entonces
aquel que creí haber dejado en la troje
cuando nos ocultábamos del abuelo para vernos
y a lo más sonreir estúpidamente
Un día te fuiste
parecía contener la respiración para no exhalar
el aroma hurtado a las rosas
y a los jazmines de la abuela
Algo ha quedado roto desde entonces
Algo que el viento viejo cincel maesro
hoy intenta modelar su rostro
todo parece dispuesto para el alumbramiento
la montaña cobra un aire gris
en tu ausencia estás omnipresente
presencia pura cuya materialización busco y me espantas
como si alguien furtivamente caminara sobre el tejado de la casa
y un ave que no conozco hundiera el pico en los cristales
pero entiendo que no es fácil llevar a cuestas tanto rostro
y que la muerte tiene ademanes finos y la mirada triste
que su sonrisa encanta y su beso eterniza
como entiendo también al caracol que arroja su concha
se va por la playa y no regresa
Lo sé todas las mañanas
como sé de la brisa por tu ausencia
y que en algún lugar
dentro o fuera de mí
las aguas taladran para entregarse al mar con los brazos abiertos
y sé que te encontrarán de pie
con los puños cerrados en posesión de tu secreto
Deben ser los pájaros porque algo se mueve en los alerces
a contra luz de ese azul infinito y colérico
busco en el hueco de la mano
como de niño en el fondo del pozo
que alguien cavará en el centro del patio
donde mi rostro de niebla
registrará los golpes que el cielo dio a la luz
Algo ha quedado roto desde entonces
Algo que se interrumpe siempre entre el papel y la pluma
y que creí encontrar en las cuerdas de la guitarra
cuando entonabas tu canción argentina
y llorabas por tus hijos perdidos desde siempre
Después creías saberlo todo
y te dabas por llamarme hijo
y llevar en vilo tu incesto por los bares del Paseo Reforma
Y terminabas la noche o empezabas el día
untándoles en la cara a los taxistas
tu credencial de periodista
pero nada era cierto
habíamos sido señalados por el vuelo de un ave nocturna
Todo era así desde el principio
lo supe mientras cruzabas el antiguo portón
y tus ojos esa hidrografía inconquistable recorrían
línea a línea a Lucrecio
cuando discutíamos la idea cartesiana de la historia
Lo sabía
como lo sabía tu pelo cuando la ternura nos sellaba los labios
y entre tu mano y mi mano
y tu cuerpo y mi cuerpo no había espacio
el día es barbado pero el sol resplandece como lo harías tú misma
Estoy en el otro extremo no es vanagloria
dialogan y su risa entra destruyendo mis tímpanos
tomo una copa de coñac y el aroma del café me embriaga
Hoy quisiera escribir trazando la silueta de tu rostro
y no sabes cuánto se me niega tu labio efímero como un deslimbramiento
y me detengo sobre mi pasado como quien encuentra ocupada su sombra
Bajo el herbazal antiguo alguien respira
alguien que se ha ocupado de vivirme
Competencia desleal
aquella que en el pie entablan el talón y las uñas
y descubro en el temblor de la mano el miedo de entonces
aquel que creí haber dejado en la troje
cuando nos ocultábamos del abuelo para vernos
y a lo más sonreir estúpidamente
Un día te fuiste
parecía contener la respiración para no exhalar
el aroma hurtado a las rosas
y a los jazmines de la abuela
Algo ha quedado roto desde entonces
Algo que el viento viejo cincel maesro
hoy intenta modelar su rostro
todo parece dispuesto para el alumbramiento
la montaña cobra un aire gris
en tu ausencia estás omnipresente
presencia pura cuya materialización busco y me espantas
como si alguien furtivamente caminara sobre el tejado de la casa
y un ave que no conozco hundiera el pico en los cristales
pero entiendo que no es fácil llevar a cuestas tanto rostro
y que la muerte tiene ademanes finos y la mirada triste
que su sonrisa encanta y su beso eterniza
como entiendo también al caracol que arroja su concha
se va por la playa y no regresa
Lo sé todas las mañanas
como sé de la brisa por tu ausencia
y que en algún lugar
dentro o fuera de mí
las aguas taladran para entregarse al mar con los brazos abiertos
y sé que te encontrarán de pie
con los puños cerrados en posesión de tu secreto
Deben ser los pájaros porque algo se mueve en los alerces
a contra luz de ese azul infinito y colérico
busco en el hueco de la mano
como de niño en el fondo del pozo
que alguien cavará en el centro del patio
donde mi rostro de niebla
registrará los golpes que el cielo dio a la luz
Algo ha quedado roto desde entonces
Algo que se interrumpe siempre entre el papel y la pluma
y que creí encontrar en las cuerdas de la guitarra
cuando entonabas tu canción argentina
y llorabas por tus hijos perdidos desde siempre
Después creías saberlo todo
y te dabas por llamarme hijo
y llevar en vilo tu incesto por los bares del Paseo Reforma
Y terminabas la noche o empezabas el día
untándoles en la cara a los taxistas
tu credencial de periodista
pero nada era cierto
habíamos sido señalados por el vuelo de un ave nocturna
Todo era así desde el principio
lo supe mientras cruzabas el antiguo portón
y tus ojos esa hidrografía inconquistable recorrían
línea a línea a Lucrecio
cuando discutíamos la idea cartesiana de la historia
Lo sabía
como lo sabía tu pelo cuando la ternura nos sellaba los labios
y entre tu mano y mi mano
y tu cuerpo y mi cuerpo no había espacio
José Antonio Alvarado,
de Algo ha quedado roto desde entonces
de Algo ha quedado roto desde entonces
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