Wednesday, December 19, 2007

Hospedaje de paso

Nunca he conocido a los inquilinos de mi vida.
No he sabido cuando salen, cuando entran,
en qué estación desconocida descansan sus miserias.
Las mujeres han salido de este cuerpo a los portazos
quejándose de mi tristeza,
en algunas temporadas se han quejado de humedad
de mucho frío, de algún extraño moho en la alacena.

Se marchan sin pagar los inquilinos de mi vida
y el patio queda nuevamente solo
en este hotel de paso donde siempre es de noche.

Federico Díaz-Granados
de Álbum de los adioses

Sunday, May 13, 2007

Algo ha quedado roto desde entonces

He pasado tardes en silencio, mirando mi
fraudulenta resuracción
J.C. Becerra



El presente y aquello que fuiste se sientan a mi mesa
el día es barbado pero el sol resplandece como lo harías tú misma
Estoy en el otro extremo no es vanagloria
dialogan y su risa entra destruyendo mis tímpanos
tomo una copa de coñac y el aroma del café me embriaga

Hoy quisiera escribir trazando la silueta de tu rostro
y no sabes cuánto se me niega tu labio efímero como un deslimbramiento
y me detengo sobre mi pasado como quien encuentra ocupada su sombra


Bajo el herbazal antiguo alguien respira
alguien que se ha ocupado de vivirme

Competencia desleal
aquella que en el pie entablan el talón y las uñas
y descubro en el temblor de la mano el miedo de entonces
aquel que creí haber dejado en la troje
cuando nos ocultábamos del abuelo para vernos
y a lo más sonreir estúpidamente
Un día te fuiste
parecía contener la respiración para no exhalar
el aroma hurtado a las rosas
y a los jazmines de la abuela

Algo ha quedado roto desde entonces

Algo que el viento viejo cincel maesro
hoy intenta modelar su rostro

todo parece dispuesto para el alumbramiento
la montaña cobra un aire gris
en tu ausencia estás omnipresente
presencia pura cuya materialización busco y me espantas
como si alguien furtivamente caminara sobre el tejado de la casa
y un ave que no conozco hundiera el pico en los cristales
pero entiendo que no es fácil llevar a cuestas tanto rostro
y que la muerte tiene ademanes finos y la mirada triste
que su sonrisa encanta y su beso eterniza
como entiendo también al caracol que arroja su concha
se va por la playa y no regresa

Lo sé todas las mañanas
como sé de la brisa por tu ausencia
y que en algún lugar
dentro o fuera de mí
las aguas taladran para entregarse al mar con los brazos abiertos
y sé que te encontrarán de pie
con los puños cerrados en posesión de tu secreto

Deben ser los pájaros porque algo se mueve en los alerces
a contra luz de ese azul infinito y colérico
busco en el hueco de la mano
como de niño en el fondo del pozo
que alguien cavará en el centro del patio
donde mi rostro de niebla
registrará los golpes que el cielo dio a la luz

Algo ha quedado roto desde entonces

Algo que se interrumpe siempre entre el papel y la pluma
y que creí encontrar en las cuerdas de la guitarra
cuando entonabas tu canción argentina
y llorabas por tus hijos perdidos desde siempre
Después creías saberlo todo
y te dabas por llamarme hijo
y llevar en vilo tu incesto por los bares del Paseo Reforma
Y terminabas la noche o empezabas el día
untándoles en la cara a los taxistas
tu credencial de periodista
pero nada era cierto
habíamos sido señalados por el vuelo de un ave nocturna
Todo era así desde el principio
lo supe mientras cruzabas el antiguo portón
y tus ojos esa hidrografía inconquistable recorrían
línea a línea a Lucrecio
cuando discutíamos la idea cartesiana de la historia
Lo sabía
como lo sabía tu pelo cuando la ternura nos sellaba los labios
y entre tu mano y mi mano
y tu cuerpo y mi cuerpo no había espacio

José Antonio Alvarado,
de Algo ha quedado roto desde entonces

Sunday, April 29, 2007

Nocturno

La noche no sabía
que mil caballos golpeaban a sus puertas.

Cómo iba a saberlo
si era una nohce muerta,
llena de caracoles amarillos
y con una terrible luna negra.

La noche no sabía
que mil caballos lloraban en la selva;
que los todos horribles de la muerte
mugían en el agua siniestra.

Cómo iba a saberlo
si era una noche muerta
inundada de salmos misteriosos
murmurados al fondo de la selva.

La noche no sabía
que se habían muerto todas las estrellas:
que los toros horribles de la muerte
mugían en el agua siniestra,
y que en el cielo había
una terrible luna negra.

Morelia, septiembre 5 de 1954

Ramón Martínez Ocaranza

Thursday, February 08, 2007

Fragmento de Abaddón el Exterminador

*
Le voy a hacer una confesión, Sabato: yo no quise venir a este mundo, no hice ninguna seña. Estaba tan cómodo que cuando me tocó salir me resisití, me puse de culo. Pero me sacaron igual, a la fuerza. Siempre a la fuerza, en nombre de lo mejor. Ahí nomás comprendí que este mundo no poía ser más que una cagada. A usted también le debe de haber pasado algo semejante. Perdimos, ya sé. Pero ahora nos toca aguantar piola. Somos dos tipos que van a cantar las cuarenta, es decir dos desgraciados. Yo tengo ventaja de superarlo en ignorancia.

*
Sí, es cierto, la inmensa mayoría escribe por motivos subalternos. Porque busca fama o dinero, porque tiene facilidad, porque no resiste la vanidad de verse en letra impresa, por distracción o por juego. Pero quedan los otros, los pocos que cuentan, los que obedecen a la oscura condena de testimoniar su drama, su perplejidad en un universo angustioso, sus esperanzas en medio del horror, la guerra o la soledad. Son los grandes testigos de su tiempo, muchachos. Son seres que no escriben con facilidad sino con desgarramiento.

*
En el momento en que el artísta se sumerge en el inconsciente, como cuando te dormís. Pero luego sucede un segundo momento, que es de expresión, observa bien: de ex-presión, de presión hacía afuera. Por eso el arte es liberador y el sueño no, porque el sueño no sale. El arte sí, es un lenguaje, un intento de comunicación con otros.

*
Hace tiempo, un crítico alemán me preguntó por qué los latinoamericanos teníamos grandes novelistas pero no grandes filósofos. Porque somos bárbaros, le respondí, porque nos salvamos, por suerte, de la gran escisión racionalista.

*
Porque aquella Alejandra que perduraba en el espíritu de Martín, que candente aunque fragmentaria se había mantenido en el corazón y en la memoria del muchacho, como brasas ocultas entre cenizas, se mantendría mientras Martín viviese, y mientras él mismo, Bruno, y acaso Marcos Molina y hasta Bordernave y otros seres (magnánimos o siniestros, remotos o cercanos) que alguna vez habían participado de su alma, de algún fragmento maravilloso o infame de su espíritu.

*
El infierno está aquí.

*
[...] le preguntó si la quería.
-Tu pregunta es idiota- respondió Martín con aflicción y desconsuelo.

--Ernesto Sabato

Saturday, February 03, 2007

La metamorfosis (fragmento)

Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, pardusco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberencia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, se agitaban desvalidas ante los ojos.

"¿Qué me ha ocurrido?", pensó.

No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas. Por encima de la mesa, sobre la que se encontraba estrnadido un muestrario de paños desempaquetados -Samsa era viajante de comercio-, estaba colgado aquel cuadro que hacía poco había recortado de una revista y habia colocado en un bonito marco dorado. Representaba a una dama ataviada con sombrero y boa de piel, que estaba allí, sentada muy erguida y levantaba hacia el observador un pesado manguito de piel, en el cuel había desaparecido su antebrazo.
Franz Kafka

Thursday, February 01, 2007

"Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras no se enamore de ella"

John Waters, 1946, cineasta estadounidense


Tuesday, January 30, 2007

Cuerpo solubles

sin embargo
sé muy bien que al declamar nuestros sexos
el sol se rasgará
por eso cierro las uñas
en las mariposas de las piernas
entro en ti ya vencido
porque ya no sé hablar de mí

*
en mis palabras hay una mano abierta
donde descansar de las errancias
abandonos calculados
clandestinidad de trayectos recorridos
tu cuello
tu boca
tus brazos
tu vientre
tus senos
tus labios
tus ojos
tus piernas
tus cabellos
tu lengua
tus manos
tus muslos
tu cadera
tótems
conugan los ritos inseciados

*
tu cuerpo siempre al límite dela indecencia
tu cuerpo aligerado de las hipnosis
evidencias y fines
en tu voz
hay una historia de evasión sin país
sin destino
sin otro argumento milenario
que la falla de tus labios sobre mi piel

*
del delirio guardamos
la gravedad engarzada del hambre

nunca confesaremos algo más
que la pasión por le peligro a la hora del desayuno
y el múltiple aroma del éxtasis
al retorno craquelado de los rostros

*
en la ciudad que pierde su lugar
el mundo multiplica las horas para nombrar
el borde de tus ojos
sin conseguir cortar
el hilo de las anécdotas que nos preceden
la imagen misma del vértigo


*
en la autobiografía de los cuerpos
me cabalgas con la lengua
la madera seca habla de nuestras costumbres
de tu boca que me vuelve huérfano mil veces
cuando me amas
como se ama otra soledad
una guerra tan grande que es compartida

*
la libertad extrema es la de todos los fracasos
fuiste tú quienme lo dijo
en los malabares en los que envejecemos tan rápido
palmas pizzarras para los misterios
de los que tal vez no regresaré
porque las sábanas sucias
son los ojos que cien veces aquí se reinician

*
pequeña muerte me despido en ti
narrándote el roce de las alas
donde la mano separa en nosotros el nombre de las cosas
los equinoccios

Carl Lacharité
tomado de la revista La voz de la Esfinge