Tuesday, May 31, 2005

Walking Around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastresías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegandoen un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me caso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombre.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embardo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monjacon un golpe de oreja.
Sería bello
or por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casa húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olos a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieron de haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.

Pablo Neruda

Wednesday, May 18, 2005

DIGO QUE YO NO SOY UN HOMBRE PURO

Yo no voy a decirte que soy un hombre puro
entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O se es, pongamos, necesario.
O posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado al agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígenoe hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería.

Yo no te digo pues que soy un hombre puro,
yo no te digo eso, sino todo lo contrario.
Que amo (a las mujeres, naturalmente,
pues mi amor puede decir su nombre),
y me gusta comer carne de puerco con papas,
y garbanzos y chorizos, y
huevos, pollos, carneros, pavos,
pescados y mariscos,
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino,
y fornico (incluso con el estómago lleno).
Soy impuro ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo,
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.
Por ejemplo, la pureza del virgo nonagenario.
La pureza de los novios que se masturban
en vez de acostarse juntos en una posada.
La pureza de los colegios de internado, donde
abre sus flores de semen provisional
la fauna pederasta.
La pureza de los clérigos.
La pureza de los académicos.
La pureza de los gramáticos.
La pureza de los que aseguran
que hay que ser puros, puros, puros.
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia.
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande.
La pureza del que nunca succionó un clítoris.
La pureza de la que nunca parió.
La pureza del que no engendró nunca.
La pureza del que se da golpes en el pecho, y
dice santo, santo , santo,
cuando es un diablo, diablo, diablo,.
En fin, la pureza
de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro
para saber qué cosa es la pureza.

Punto, fecha y firma.
Así lo dejo escrito.

Nicolás Guillén

Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son...Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre...pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes...Yo no sé!

César Vallejo

Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!

Son pocos; pero son...Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre...pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes...Yo no sé!

César Vallejo

Wednesday, May 11, 2005

Arte Poética de Vicente Huidobro

Que el verso sea como una llave que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuando miren los ojos, creado sea
y el alma del oyente quede temblando.
Iinventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el cielo de los versos.

El músculo cuelga,
como recuerdo en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza;
el vigor verdadero
reside en la cabeza.

¿Por qué cantáis la rosa, oh, poetas?
¡Hacedla florecer en el poema!
Sólo para vosotros
viven todas las cosas bajo el sol.

El poeta es un pequeño Dios.

Vicente Huidobro

Leer, leer, leer

Leer, leer, leer, vivir la vida
...................... que otros soñaron
Leer, leer, leer, el alma olvida
.....................las cosas que pasan.
Se quedan las que quedan, las ficciones,
..................... las flores de la pluma.
Las olas, las humanas creaciones
.................... el poso de la espuma.
Leer, leer, leer, ¿seré lectura
.................... mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
..................... seré lo que pasó?

Declaración de Inicio, del libro "Muertos y disfraces" de Marco Antonio Campos

Las páginas no sirven.
La poesía no cambia
sino la forma de una página, la emoción,
una meditación ya tan gastada.
Pero, en concreto, señores, nada cambia.
En concreto, cristianos,
no cambia una cruz a nuevos montes,
no arranca, alemanes,
la vergüenza de un tiempo y de su crisis,
no le quita, marxistas,
el pan de la boca al millonario.
La poesía no hace nada.
Y yo escribo estás páginas sabiéndolo.

Marco Antonio Campos

Saturday, May 07, 2005

Lara mira al Serna...

Lara mira al Serna
y piensa en ese niño
que se le fue entre sus muslos.
Lara escribe cartas
postales en blanco y negro
de estatuas, de tejado, de flores.
Lara y su cuerpo y sus botas
y su amante venezolano
que hacía música en sus caderas.
Lara que fumaba conmigo en un café
de un nombre que no recuerdo.
Y me hablaba de París
de su acento de mexicana en francés
y de la poesía que ponía sobre la mesa
mientras el mesero preguntaba
si nos servía más
o nos traía otros cerillos
con el nombre del sitio ese
(que sigo sin recordar, por cierto)

Pido que no te enteres, Lara
que escribo esto de ti
porque son confesiones
que luego pusimos en un par de cervezas
(oscuras, coincidimos)

Y caminamos las calles de la ciudad que nos había unido
años atrás
cuando las dos escribíamos
en un taller de poesía algo insolente, indolente, impropio
para dos enamorados, ebrias de escritura.
Por ese entonces era que planeábamos irnos
cada quien por su cuenta.

Y nos fuimos después, Lara querida
tú a mirar el Sena
a perder unhijo en un hospital
con una enfermera amable
y un montón de francesas
que hablaban de pendejadas y del clima
cuando tú sólo pensabas
en ese niño
que habías llevado a París desde México.
Y yo, ya sabes, al desierto
desde el que te escribo esto
sin que lo sepas.
(pero no quiero hablar de mí
porque eres tú quien me interesa)

Te veo llorando junto al Serna
eso es lo que he querido decir desde el principio:
que en las postales venía como un presentimiento
de tu cuerpo delgado
flotando en esa prosa
que ha sido siempre tu manera de vivir.

Que no te enteres, Lara, pido
de estos versos.
Pero si te enteraras
te pido no veas en ellos
sino la única posibilidad que tengo
por ahora
de quererte desde aquí.

Gabriela Aguirre Sánchez